En la Edad Media
En la época de los romanos los gatos gozaban de una buena fama, pues se convirtieron en la representación de la victoria; también, eran buenos acompañantes en las tripulaciones de los barcos, ya que acababan con las plagas. En el siglo V el gato emigró a los países bajos y desde allí se extendieron por toda Europa, sin embargo, en la Edad Media nuestros felinos vivieron una época complicada, ya que en esta época, la religión al ser una institución con demasiado poder, consideraba a los gatos como la reencarnación del demonio y pasaron de ser queridos y apreciados a ser perseguidos. La posesión de un gato significaba que una persona estaba practicando brujería; esta persecución fue más grave en países como Inglaterra, Alemania y Francia.